Escudo de la familia.
Familia reinante en Rusia desde 1613 hasta la Revolución de 1917. Era
una familia nobiliaria de origen lituano, establecida en Moscú desde el
siglo XIV. Tomaron su nombre de un ancestro del siglo XVI, Roman Yurev,
cuya hija Anastasia se casó con Iván IV, el Terrible.
Ivan IV, el Terrible.
Ganaron influencia durante los años de anarquía que siguieron a la
muerte de Iván (1584). Y en 1613 una asamblea nobiliaria eligió rey al
sobrino de Iván, Miguel III (1613-1645), con el
cual se inició la dinastía. No tenían una norma sucesoria
establecida, de manera que se limitaron a seguir la costumbre de dejar
el Trono al primogénito del rey o al pariente varón más cercano. Así, a
Miguel le sucedieron su hijo Alejo I y su nieto Teodoro III.
Al morir éste tuvo lugar un conflicto sucesorio entre los descendientes de Alejo I, Pedro I, el Grande y sus hermanastros Iván V y Sofía. En 1689 Pedro se impuso a
ambos y a la guardia imperial que les apoyaba, e inició un reinado
marcado por la expansión y modernización de Rusia. Fue el primer monarca
en adoptar el título de zar de todas las Rusias. Para impedir
que se repitieran las luchas sucesorias y reforzar el poder real, Pedro I
estableció que fuera el propio zar quien designara a su heredero.
Pedro I.
Pedro
designó como sucesora a su esposa Catalina I (1725-1727); pero, al morir
ésta, el Trono volvió al linaje Romanov en su hijo Pedro II y
en su sobrina-hija de Iván V, Ana Ivanovna. La influencia
alemana sobre Rusia, iniciada en tiempos de Pedro I, se acrecentó
durante los reinados de Catalina y Ana, hasta el punto de que un alemán
como Iván VI se convirtiera en zar. Una vez más el Trono
volvió a los Romanov genuinos con la zarina Isabel (1741-1761), que era
hija de Pedro I.
Isabel, hija de Pedro I.
Con
ella se extinguió el linaje y, aunque la dinastía conservó el nombre de
Romanov, fue sustituida por la casa alemana de
Holstein-Gottorp. El acceso de ésta al Trono de Rusia se produjo con el
sobrino de Isabel, Pedro III, que se alió de inmediato con
Federico II de Prusia. Pero una conspiración de la nobleza y del clero
le obligó a abdicar, sucediéndole su esposa, Catalina II, la Grande
(1762-1796), que usurpó el Trono arrebatándoselo a su propio hijo, Pablo I; no obstante, le designó para sucederle en el Trono. Y fue
Pablo quien reguló definitivamente el orden de sucesión de la Corona
rusa. Murió asesinado por una conspiración que encabezaba su hijo
Alejandro I. Su hermano Constantino renunció a la sucesión,
por lo que el Trono recayó en otro hermano, Nicolás I.
Catalina II La Grande.
Luego
se siguió el orden sucesorio normal de padres a hijos, con Alejandro II, Alejandro III y Nicolás II (1894-1917). Éste fue
el último zar de Rusia, destronado por la Revolución de Febrero. Parece
que abdicó poco después en su hermano Miguel, pero que éste renunció al
día siguiente. En todo caso, después de la Revolución de Octubre, los
bolcheviques asesinaron a la mayor parte de la familia real en Yekaterimburgo
(Urales) en 1918, salvándose sólo algunos miembros de menor importancia
que huyeron al extranjero.
Nicolás II junto a su familia.
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